Conoce la alineación de las 11 reglas para cambiar el mundo

El mundo es un campo enorme.

Da igual si no es rectangular. Si está en cuesta. O si tenemos que pintarlo. Habrá una, dos o ninguna portería. También se podrá jugar con cestas, papeleras, paredes u otros elementos.

Todos jugamos. Y todos somos todos.

El equipamiento obligatorio son las ganas de jugar, de soñar, el respeto y el buen humor. Juntos somos un equipazo.

Los dos equipo serán uno.

No jugamos contra nadie. Jugamos con otros, junto a otros. Sin violencia y sin miedo. Si el contrario cae, le ayudaremos a levantarse. Si falla, le animaremos. Y si marca le felicitaremos.

El resultado da igual.

Si lo pasamos bien, ganamos. Si aprendemos, ganamos. A la marginación. A la injusticia. A la tristeza. Y ganamos, sobre todo, nuestro derecho a ser niños.

La pelota podrá ser de cuero, plástico, papel...

O de cualquier otra cosa que podamos imaginar.

Se podrá tocar la pelota con los pies, las manos, la muleta, la silla…

O aquello que le haga falta a cada uno para jugar

Una enfermedad no nos podrá apartar del equipo.

Haremos piña y con el equipo de nuestro lado tendremos más fuerza y más ilusión.

Con el bullying no jugamos.

Jugamos con respeto, empatía y convivencia para estar más unidos.

Antes que refugiados, somos niñas y niños.

Jugando podemos olvidar los problemas y volver a ser niñas y niños.

Somos árbitros de nuestras vidas.

Decidimos ser positivos, valientes y optimistas. Y para conseguirlo, decidimos jugar siempre

Estas reglas no solo valen para jugar.

También sirven en casa, en la calle, en la escuela y en la vida. Siempre.